LA NAVA
Al terminar las observaciones en Tierra de Campos fuimos a la laguna de la Nava. Allí había varios observatorios. Desde el primer observatorio vimos unas cuantas gaviotas reidoras y sombrías, acompañadas por una espátula común y unas garcillas bueyeras. Algunas garzas imperiales volaban y se posaban entre la vegetación de la laguna.
Espátula común, garza imperial y gaviotas
Espátula común, gaviotas y fochas
Varias parejas de aguiluchos laguneros sobrevolaban el humedal siempre mirando al suelo, buscando alimento. El aguilucho lagunero es invernante en la mayoría de Palencia pero en la Nava hay unos pocos que se reproducen. Antes (hace por lo menos 30 años) no se reproducían en la laguna, pero con el paso de los años, observadores y ornitólogos decubrieron que los aguiluchos laguneros se comportaban un poco raro y casi siempre se posaban en un punto de la laguna (entre carrizos) y en los veranos de los 90 se empezaron a ver los primeros aguiluchos laguneros reproductores en la Nava.
Aguilucho lagunero (macho)
Aguilucho lagunero (hembra)
Desde el observatorio se podían ver entre las ramas que había cerca de la orilla algunos gorriones molineros. En España hay cinco tipos de gorriones: el moruno, el común, el molinero, el alpino y el chillón. También nos dimos cuenta de que un ánsar común nadaba por las aguas de la Nava. El ánsar común es el que hace que mucha gente venga aquí a verlos, pero claro, en invierno. Este ejemplar era uno que ya se iba a quedar todo este año en la laguna. Normalmente, los ánsares que se quedan en verano son ánsares jóvenes o que no pueden migrar largas distancias.
Ánsar común
Gorrión molinero
Después fuimos al segundo observatorio. Desde allí, se podían ver vencejos comunes volar por encima de nosotros comiendo mosquitos (que era lo que más abundaba). Si estabas en silencio podías escuchar el canto de una buscarla unicolor que estaba escondida entre los juncos. Dos garzas imperiales volaron por delante del observatorio.
Garza imperial
Al día siguiente volvimos al primer observatorio, la cosa había cambiado. Ahora la espátula no estaba, sólo una garza real acompañada por unas cuantas gaviotas, y ni rastro del ánsar. Sólo garzas y gaviotas. Estuvimos un rato esperando a ver si venía algo interesante, pero lo único que apareció fue este ejemplar juvenil de aguilucho cenizo.
Aguilucho cenizo
Y así terminamos nuestro viaje por Palencia.
Un saludo, Rapaz Salvaje.
Desde que leo tu blog me fijo en cada pájaro que veo y me gustaría que estuvieras cerca para ayudarme a distinguirlo y aclararas mis dudas. Gracias por esta nueva entrada, Rapaciño.
ResponderEliminarMuy bien, Bruno, hoy he aprendido que no todos los gorriones son iguales. Los aguiluchos laguneros que sabes distinguir el macho de la hembra, supongo que será por el color de la tripa y me encanta cómo explicas la estancia del ánsar en verano y cómo " escuchas en silencio". Otra entrada estupenda. Un beso.
ResponderEliminarGracias por los comentarios, un saludo Rapaz Salvaje.
ResponderEliminarQué tal, rapaz tenaz, diría yo...
ResponderEliminarUn fin de semana ornitológico entretenido, que mereció la pena a pesar del tremendo calor. Me quedo con tu satisfacción al ver la espátula y las avutardas.
Besitos.